viernes, 29 de abril de 2011

Molière es el Misántropo






6. Como dice Harold Bloom, de la tríada de obras esenciales de Molière, “Tartufo”, “Don Juan” y “Misántropo”, (variaciones sobre el mismo tema de la hipocresía), quizá sea en la última donde el autor habla más directamente de sí mismo, de su humor negro, de la hipocondria, el alejamiento del rey y de la corte, las continuas desavenencias con su mujer, quien coquetea con su protegido en su propia casa, con la sociedad intrigante de París. De hecho, es la única obra en la que Molière se reservó el papel protagonista para interpretarlo él mismo. Sin embargo, como también se dice en el propio libreto de nuestra función, Molière necesita reirse de sí mismo a través de Alceste: un neurótico encantador que, en su exaltación de la honestidad y la utópica gloire, en su enfrentamiento con el mundo de las apariencias, resulta cómico por contraste. He ahí la genialidad molieresca: el hacer del sufrimiento dramático del inadaptado, un motivo de risa, también digno de lástima. El Misántropo es, por tanto, Alceste ante todo.

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